Al igual que la niñez y la adultez la adolescencia representa una etapa única e inevitable en la vida de la persona. Idealmente los adultos deben mostrarse comprensivos y pacientes ante la transición física y mental que se experimenta en esta etapa y ayudar a que la persona la atraviese con apoyo y nunca sintiendo rechazo o desaprobación.

Una crisis vital. Es importante señalar que para la psicología la adolescencia se trata de una crisis vital en la persona, es decir, de una situación de cambio tan profunda que irremediablemente lleva a cuestionar los significados de aquello que se había aprendido anteriormente. Este derrumbe y reconstrucción de significados que acontece hace que la persona se enfrente, inconsciente y conscientemente, con nuevas interrogantes y sensaciones físicas. Es normal que la persona se pregunte entre otros aspectos sobre el papel que ocupa ante sus padres, sobre su imagen corporal y sobre la forma en que es visto por los demás. Son estas inquietudes ineludibles las que muchas veces hacen que el adolescente tome nuevas actitudes o muestre intereses hasta el momento desconocidos. Así, no necesariamente se trata entonces de “rebeldía” o de “inmadurez”, tal y como estos cambios podrían ser interpretados por los adultos, sino más bien de un reposicionamiento ante sí mismo y los demás que resulta necesario y esperable como parte del desarrollo psíquico de la persona.

Otra forma de analizar y experimentar el entorno. Los adultos son los primeros llamados a enfrentar la adolescencia de sus seres queridos con comunicación y con tolerancia. Resulta algo ingenuo esperar que el adolescente se comporte como un adulto. Ni física ni mentalmente el adolescente cuenta con la capacidad de analizar una situación de la misma forma en que la hace un adulto. El cerebro del adolescente está aún en desarrollo y se presentan importantes cambios hormonales por lo cual es otra la forma de analizar y experimentar el entorno.

Los cambios en la adolescencia
. En la adolescencia la persona descubre que su cuerpo infantil se pierde, a veces de golpe, a veces muy lentamente. De esta forma surge como tarea en el adolescente el tratar de apropiarse de un cuerpo en constante modificación, lo cual puede hacer que ahora preste más atención a su apariencia y a la ropa que utiliza (tratando de cubrir o bien de destacar estos cambios). Es entendible que la persona suela pasar más tiempo frente al espejo tratando de reconocerse e identificarse a sí misma en medio de todos estos ajustes. También cambia el papel que se tiene frente a los padres ya que ahora el adolescente en su desarrollo psicológico busca la experiencia de relacionarse con otras personas de su edad, ampliando su repertorio de conductas y afirmando actitudes de independencia y de autonomía que contrastan con los comportamientos del pasado. Es lógico entonces que los adolescentes oscilen entre estas actitudes independientes y dependientes mientras se encuentran en este proceso de crisis vital.

Esperar al adolescente. Finalmente, ¿qué papel le corresponde asumir a los padres de familia frente al adolescente? A pesar de la situación de inseguridad general que se vive en Costa Rica sobreproteger no es una opción ya que termina estimulando inseguridad, dependencia y ansiedad en el adolescente. De igual forma no poner límites y dejarlo “a la deriva” tampoco funciona porque la persona también requiere de una presencia paciente y tolerante por parte de los adultos. Tal vez lo mejor que los adultos pueden hacer entonces es esperar al adolescente mientras atraviesa (y es atravesado) por esta etapa, creer en su palabra, acompañarlo en sus cambios sin culparlo ni juzgarlo, sin condicionar el afecto ni la aprobación sino más bien orientándolo cuando es necesario y estableciendo límites con argumentos válidos, con respeto y con mucho amor.



Transcripción de un artículo publicado en La Nación, 18 de Marzo del 2008.