¿Qué significa autoestima?

La autoestima es el valor que cada persona se asigna a sí misma y tiene que ver con qué tanto se acepta, cómo se siente y qué tan satisfecha está con lo que hace, piensa y siente. Proviene de saberse querido y respetado por los demás. Una autoestima positiva implica quererse, respetarse y, de esta forma, se relaciona estrechamente con el grado en que cada quien cree tener derecho a ser feliz y cuánto respeta y defiende sus intereses.

Una autoestima positiva es clave para lograr relaciones gratificantes con los demás, para enfrentar con éxito las adversidades y arriesgarse a luchar por lo que se quiere. Al contrario, una autoestima negativa hace que la persona se sienta incapaz y sumamente dependiente de la aprobación de los demás. 

 

La autoestima en la niñez

La actitud que los padres adopten frente a sus hijos es primordial ya que esta determina en gran parte el grado de autoestima que tendrá el niño: éste tiende a verse a sí mismo como los mayores le dicen que es. Además, la forma en que los niños se sienten con respecto a ellos mismos afecta las distintas dimensiones de su vida: rendimiento escolar, relaciones con otros niños, etc.

Se señalan a continuación algunas recomendaciones generales para fomentar una buena autoestima en los niños:

1- No se centre sólo en los aspectos negativos: enfóquelos como aspectos que se pueden mejorar y no tanto como características definitivas de la personalidad del niño. Por ejemplo, en lugar de calificarlo como “torpe” o “incapaz” hágale saber respetuosa y amablemente cuál es su dificultad específica y como podría enfrentarla.
2- No compare: Acostúmbrelo a evaluar sus logros en comparación consigo mismo y no con los demás. Evite comparar al niño con otras personas o con otros familiares.
3- Demuestre interés por el desarrollo del niño: esté pendiente de lo que hace, de sus actividades. Siga el desarrollo de su hijo con interés y curiosidad para que sepa que es una persona muy importante. Esto le hará sentirse querido y valorado.
4- Hágalo sentirse capaz: déle responsabilidades al niño, procure que se sienta importante dentro de su familia, que se involucre en las tareas de la casa. Estimule su autonomía, su independencia. Ayúdelo con ideas positivas, sin críticas y sin exigencias demasiado altas.
5- Esfuércese por comprender sus sentimientos: muéstrese comprensivo y en sintonía con él niño. Así le demuestra que sus sentimientos son reales y merecen la dedicación suya. Si vive experiencias tristes, compártalas también. Esto ayuda a que el niño se siente comprendido y a que él también pueda comprender a las personas que le rodean.
6- No regañe constantemente: tener un niño en casa puede ser sinónimo de desorden, suciedad: el niño es niño y para crecer necesitar experimentar su ambiente tocando, investigando, jugando con lo que encuentra. Es importante que los adultos se muestren comprensivos y pacientes cuando el niño cometa algún “error”.
7- Evite chantajes y amenazas: en cambio, dígale a su hijo lo que quiere, hable y comuníquese expresando con claridad lo que usted quiere, por qué lo quiere y las ventajas de hacerlo. Ofrézcale alternativas para que él mismo asuma progresivamente responsabilidad sobre sus conductas.
8- No lo critique por su forma de ser: es fundamental que el adulto acepte la forma de ser de su hijo y que reconozca que cada niño tiene su propio ritmo y su propio carácter. La crítica constante y la desvalorización afectan negativamente el concepto que el niño tiene de sí mismo.
9- No valore sólo los resultados: destaque también el esfuerzo y el empeño puesto en las actividades que realiza.
10- Enséñele a confiar en sí mismo: en lo posible trate de darle al niño la oportunidad de que decida por sí mismo y respete su decisión aunque ésta sea diferente a la que usted tomaría. Esta actitud fortalece su sentido de responsabilidad y la autoconfianza. Por ejemplo, puede dejar que el niño escoja el sabor de helado que va a comer, el color de ropa que usará durante el día, etc.
11- Cuide de él pero sin sobreprotegerlo: el niño necesita hacer actividades solo, aunque le resulten difíciles, porque así aumenta la confianza que tiene en sí mismo. Por supuesto que el niño debe ser protegido y atendido con cuidado, pero también debe permitirse que él afronte ciertos riesgos y retos típicos de su edad que le ayudarán a ir madurando emocional e intelectualmente.
12- Demuestre afecto: a través de caricias, abrazos, elogios, brindando tiempo de calidad.
13- Estimule la práctica de deportes: el deporte ayuda a que la persona mejore su autoestima y eleve la confianza en sí misma. Además está comprobado que el ejercicio provoca que el cerebro libere sustancias químicas llamadas endorfinas que producen un estado de bienestar muy positivo.

 

Transcripción de un artículo publicado en Cartago en La Nación, periódico bisemanal del 20 de mayo al 2 de junio del 2005.